Hacer punto o ganchillo mientras se conversa animadamente con las vecinas, es parte del pasado, y de mis recuerdos de infancia, de las tardes con las abuelas sentadas en la calle, cada una con su costura. Por eso me ha atraído tanto la obra de este artista argentino. En su página web se pueden ver más trabajos suyos:
De un artículo de prensa en el que se habla de su actividad, copio el siguiente extracto:
"Por otro lado, surge la cuestión central del aprendizaje. En la recreación de un rincón de la casa de sus abuelos hay un televisor donde se pasa revista a varias performances del artista, que rescata antiguos oficios y saberes que se transmiten de boca a oreja, de maestro a discípulo. Así, Baggio aprendió la receta de sopa de verduras de su madre y su abuela, ambas judías; el picante de pollo de una señora boliviana; supo cómo se teje una agarradera al crochet, cómo se fabrica una olla de cobre batida y cómo se recorta con minucia la madera de una taracea. Hace hincapié en el esfuerzo y la disciplina que requiere el aprendizaje (algo devaluado entre las generaciones más cortoplacistas) y a la vez alienta el contacto con personas mayores, que atesoran oficios o saberes que podrían desaparecer arrollados por la industrialización abaratadora de costos".
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